Como se acerca el verano y seguro que quréis fomerntar la lectura en vuestros hijos y además entretenerlos, publicamos hoy una selección de libros infantiles que hemos sacado de ACEPRENSA.
Eoin Colfer.
La bibliotecaria monstruosa (The Legend of Spud Murphy, 2005)
El tesoro del pirata Crow (Legend of Captain Crow's Teeth, 2006)
Max Malabar: trastadas y desastres (Legend of the Worst Boy in the World, 2007)
Barcelona: Montena, 2008; 97, 99, 98 págs. col. Max Malabar; ilust. de Tony Ross; Traducción de Teresa Camprodón. ISBN: 978-84-8441-433-9, 978-84-8441-434-6, 978-84-8441-435-3.
Barcelona: Montena, 2008; 97, 99, 98 págs. col. Max Malabar; ilust. de Tony Ross; Traducción de Teresa Camprodón. ISBN: 978-84-8441-433-9, 978-84-8441-434-6, 978-84-8441-435-3.
Max, el segundo de cinco hermanos, cuenta sus aventuras, centradas sobre todo en que su hermano mayor, Marty, le intenta gastar bromas pesadas: en el primer libro ambos van a una biblioteca y, a pesar de que la bibliotecaria parece un poco sádica y Marty intenta usar a Max para tomarle el pelo, se acaban aficionando a la lectura; en el segundo, los dos van a una fiesta y, al regreso, Marty quiere gastarle una broma terrorífica a Max; en el tercero, Marty intercambia relatos con su abuelo a ver a cuál de los dos le ha pasado lo peor en la vida.
La narración en primera persona va muy por encima de la edad del protagonista; al autor no le importa, claro está, pero lo sabe y hay momentos en los que frena y se disculpa: «claro que, a los dos años, no sabía palabras como “revolotear” ni “nubes de polvo”. Probablemente pensaba cosas como: Max cansado. Max quiere mamá». Su principal virtud es la chispa: se usan expresiones coloquiales y gráficas y se consigue presentar al protagonista como un buen chico inocente y desamparado frente a la mala idea de sus hermanos de modo que, al final, el lector quede satisfecho con su amable revancha; además, algunas situaciones con verdadera tensión, por ejemplo el episodio central del tercer libro de Max, dan idea de las posibilidades serias del autor.
Belén Gopegui. El balonazo (2008). Madrid: SM, 2008; 185 págs. col. El barco de vapor, serie naranja. ISBN: 978-84-675-3003-2.
Relato en la tradición de los libros infantiles donde un grupo de chicos se unen para conseguir algo aparentemente imposible.
Su protagonista es Daniel, un chico de unos diez años que se hace amigo de Maxama, un inmigrante senegalés que vende discos en la calle. Daniel le hace algunos favores y Maxama le da consejos para que juegue mejor al fútbol. Cuando detienen a Maxama, Daniel y sus amigos de clase intervienen.
El relato se presenta en tercera persona, desde dentro de Daniel, un protagonista reflexivo y sereno, tal vez demasiado, pero natural. El principal interés del narrador es hacer consideraciones de interés para comprender mejor el mundo: que en la vida real no siempre ganan los buenos, que no hay segunda parte para intentar arreglar las cosas, etc. Esto funciona porque Daniel tiene unos padres sensatos y razonadores, una profesora prudente, y unos amigos que son buenos y pacíficos como él.
Avi. Sin principio ni fin: las aventuras de un pequeño caracol (y una hormiga aún más pequeña) (The End of the Beginning: Being the Adventures of a Small Snail (and an Even Smaller Ant), 2004). Barcelona: Ediciones B, 2009; 144 págs. col. La escritura desatada; ilust. de Tricia Tusa; Traducción de Marc Barrobés. ISBN: 978-84-666-4024-4.
Un caracol llamado Carlos desea correr aventuras y sale a buscarlas con la hormiga Eduardo. En su camino encuentran otros animales: una salamandra, un ratón (al que toman por un dragón disfrazado), otro caracol, una oruga, un grillo, un gusano, un tritón...
Especie de larga fábula, con un humor aparentemente ingenuo y abundantes juegos de palabras, algunos basados en los significados de «fin» y «principio» y otros que tienen algo de acertijos lógicos. En distintos pasajes resuenan escenas de historias conocidas e incluso la idea de plantear el regreso a casa como una gran aventura está también en libros infantiles muy conocidos. No faltan tampoco alusiones con aires más intelectuales: Eduardo explica que «Perderse es muy fácil; eso pasa a cada momento. Lo más difícil de todo es encontrarse». Las ilustraciones, a lápiz, acompañan bien la historia.
Luis Ramoneda. El comisario Cattus y la guerra en las tierras altas (2009). Madrid: Palabra, 2009; 127 págs. ilust. de Raúl Ostos. ISBN: 978-84-9840-242-1
Tercer libro del protagonista, con dos relatos. En el que da el título al libro, Cattus organiza a los habitantes de la tierras altas para que se defiendan de un intento de invasión del ejército de Tyrannus. En el segundo, Cattus y los ladrones de joyas, Cattus y sus ayudantes descubren a los componentes de una banda de ladrones.
Relatos amables que se diferencian de otros relatos infantiles en que están bien escritos y usan un vocabulario rico. El hecho de que los protagonistas sean animales muy diferentes comportándose todos como si fueran seres humanos hace pensar en una película de dibujos animados, pero la ausencia de animales humorísticos a lo Disney sitúa las historias en otra tradición: la referencia que se hace a uno de los hijos de Cattus leyendo Babar no es casual.
Kate DiCamillo. El prodigioso viaje de Edward Tulane (The Miraculous Journey of Edward Tulane, 2006). Barcelona: Noguer, 2007; 190 págs. ilust. de Bagram Ibatoulline; Traducción de Alberto Jiménez Rioja. ISBN: 978-84-279-5036-8.
Relato de los que habla de las relaciones afectivas de un niño con su juguete..., desde la perspectiva del juguete.
El protagonista es Edward Tulane, un conejo de porcelana de de lujo que pertenece a una chica que se llama Abilene. Sus aventuras comienzan en su casa, donde las cosas que le ocurren son más o menos normales, pero toman un nuevo rumbo cuando se cae al mar durante un crucero. Así comienza su periplo de años por las manos de dueños muy distintos: la mujer de un viejo pescador, un vagabundo, un chico pobre y su hermana muy enferma, un restaurador y vendedor de muñecos...
El relato busca tocar el corazón y lo consigue, y habla de generosidad también con acierto. De todos modos, la narración podría ser menos enfática y se podrían haber evitado algunos pasajes que desentonan de una historia que desea expresamente tener resonancias del pasado. La traducción, a pesar de los elogios de la contracubierta, podría estar más afinada.
Frank Cottrell Boyce. Cosmic (2008). Madrid: SM, 2009; 301 págs. Traducción de Alexandre Casal. ISBN: 978-84-675-3460-3.
El narrador es Liam Digby, doce años, superdotado, experto en juegos de ordenador, altísimo y ya con barba. Después de comenzar diciendo que está en un cohete espacial descontrolado, junto con otros cuatro chicos, vuelve atrás para explicarlo. Primero, cómo él y Florida, una compañera suya obsesionada con llegar a ser famosa, se hicieron pasar por padre e hija en distintos sitios. Luego, cómo un día, por ser usuario del programa DraxWorld y pensando que es un adulto, lo eligen para visitar un parque de atracciones nuevo, junto con su hija, y probar el cohete llamado Infinitas Posibilidades. Logra engatusar a Florida para que vaya con él representando ese papel y, para prepararse mejor, se lee a fondo el libro de su padre titulado Habla con tu hijo adolescente. Eso sí, pronto comprueba que sus habilidades como jugador de Word of Warcraft, donde tiene la personalidad de «un Elfo Nocturno con poderes curativos altamente desarrollados», son mucho más útiles para tratar con Florida.
Relato muy divertido: el autor demuestra un talento poco común para captar reacciones y razonamientos propios de chaval y para expresarlos con verdadera gracia, no en vano es un padre de siete hijos. Su intención está en la dedicatoria del libro a sus propios padres, «a la magia de los padres» y, ciertamente, todo él puede ser leído como una novela de relaciones entre padres e hijos y como una crítica indirecta sensacional de muchos planteamientos educativos actuales. El relato contiene muchas referencias literarias, unas directas y otras indirectas, e incluso el mismo planteamiento está inspirado en Charlie y la fábrica de chocolate. El autor narra de forma clara y usa siempre comparaciones gráficas nada rebuscadas. Abundan los comentarios que toman a broma el comportamiento de los famosos que imitan los chicos o, si se quiere ver al revés, los comentarios que hablan de la ignorancia que trae consigo tanto interés por las celebridades.
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